donde se abren las puertas del cielo.

Las primeras iglesias que se construyeron en La Palma no datan del siglo XVI sino mucho antes de la propia existencia de Cristo. Las cumbres que contornean la Caldera de Taburiente son testigos mudos de la presencia de los primeros humanos que construyeron, al aire libre, unos amontonamientos de piedras de forma circular con un perímetro, en el mayor de los casos, de lajas hincadas en el suelo y rellenos de rocas y/o lajas de distintos tamaños. Se trata de sencillos recintos sagrados que suponen la primera manifestación arquitectónica religiosa de la isla de La Palma.
Los amontonamientos de piedras se dispersan aislados o agrupados configurando un sistema que rinde culto al Sol en el momento de la llegada del Nuevo Año (solsticio de invierno), justo en el mismo instante en que asoma, al amanecer, por los picos más elevados de las montañas de las cumbres de Garafía, Puntagorda, Tijarafe y Tenerife. Esta tradición ancestral de orientar los templos hacia los solsticios continuó hasta nuestros días. Las iglesias cristianas, no sólo las de la isla de La Palma, orientan su cabecera hacia el Sol naciente del verano y los pies hacia el Sol poniente del invierno.


Los axis mundi del pensamiento awara
(prehistoria de la isla de La Palma, Islas Canarias)

PROYECTO: "Iruene-La Palma"
LÍNEA DE INVESTIGACIÓN: Prehistoria de Posición Astronómica (PREPOAS)

amontonamientos de piedras

los awara buscaron la altura estableciendo un principio ideológico asociado a la topografía

los awara buscaron la altura estableciendo un principio ideológico asociado a la topografía
Amanece desde el amontonamiento de piedras de Cabeceras de Izcagua II, durante el solsticio de invierno, por Roque Chico (Puntagorda). Este es uno de los mejores ejemplos de comunicación con la montaña y el cosmos en una geografía sagrada
"Quienes tratan de interpretar símbolos en sí mismos miran la fuente de luz y dicen:"no veo nada". Pero la fuente de luz está ahí no para que se la mire a ella, sino para que se mire y vea lo que ella ilumina. E igual pasa con el simbolismo" (Dan Sperber).


Había una época que cuantos más yacimientos prehistóricos encontraba, menos entendía la cultura awara. Ahora que hemos abierto la puerta, cuantos más encontramos, más entendemos. Así de sencillo.

24/12/08

La tradición bereber del Ennayer: Año Nuevo awara


Para entender el presente, tratando de atravesar la oscuridad de su futuro, el hombre debe reconstituir en la medida de lo posible su pasado.
La religión bereber contiene tradiciones animistas, la práctica de la magia y la adivinación, muy extendida en los círculos populares. Sigue siendo en general muy comprometida con el culto de las manifestaciones de la naturaleza,, celebraciones y ceremonias dedicadas al agua (por ejemplo la celebración de Anzar, dios de la lluvia.). Las montañas son consideradas como los templos de los dioses y espíritus, cuevas, manantiales, árboles, lugares de peregrinación temporal siguen siendo frecuente hoy en día.
El académico D. Vicente García de Diego, en su Diccionario de Voces Naturales, destaca el papel dominante de la onomatopeya, en los diferentes idiomas, en la raíz de los vocablos, en especial los relacionados con los entes y fenómenos naturales. La raíz K-R-K recuerda, por un lado, el ruido de rotura de un objeto duro y, por otro, el golpe entre objetos duros, de donde viene el significado de dureza, fuerza o cubierta dura que se rompe con “crujido”.
En el norte de África, el verbo ZKO -izka, ur izké ad Izko- significa en lengua bereber tanto construir como enterrar e ikerkar (plural akerkour), es un amontonamiento de piedras sagrado que sirvió para marcar la ubicación de los primeros entierros en el Sáhara. En algunos lugares se convirtieron en monumentos funerarios reales, y no estamos refiriéndonos a Egipto.
“Después de días de caminata a través de la montaña, el desierto de Jbel Sarho en Marruecos, subí una noche a la cumbre más alta, donde encontré Cairns de todas las formas y tamaños esparcido. Tres días más tarde, un nómada me explicó que se trataba de un lugar santo de peregrinación a la que debe hacerse una vez al año… Unos meses más tarde encontré otro de esto lugares, por así decirlo, aislados santuarios, en la parte superior de una de las más duras montañas del Alto Atlas, Jbel Anghomar. El ascenso es difícil… En la cumbre, azotada por el viento y con una amplia vista sobre el Sáhara y el Alto Atlas, era una masa de Cairns, “kerkours" como la llaman los bereberes” (findarticles.com/p/articles/mi_m1310/is_1997_May/ai_19557182/pg_2).
Estas poblaciones preislámicas también construyeron este tipo de amontonamientos para celebrar el amanecer de los dos solsticios, la puerta de Ennaïr en diciembre y Ansara en junio. Este culto solar está unido al agua, la tierra y la Madre (Ma, Amma, Yemi, Imma, Omma, Ummu). Las formas, según la religión y el idioma original, permanecen en la Kabila: Aman , Imin, Imma "madre".
“Sigue vivo en muchas partes del mundo, en concreto, entre las tribus bereberes del noroeste de África, ver el sol nuevo -Año Nuevo- desde las montañas o Cairns. Yennayer / ennayer (Año Nuevo bereber) significa la renovación o el despertar de la naturaleza después de su sueño. J. Servier utiliza el evocador nombre de la puerta del año, aunque el término se utiliza normalmente sólo en el singular para indicar el periodo del solsticio de invierno. Los equinoccios también lo celebraban los bereberes con fiestas y oraciones dirigidas a los numerosos dioses de la naturaleza” (fr.wikipedia.org/wiki/Calendrier_berbère). El mes de yennayer está marcado por el regreso a la tierra de los muertos y el desempeño de la fuerza de la fecundidad.

“Todos los pueblos de la antigüedad y todas las civilizaciones antiguas tenían su propio calendario… si nuestros antepasados tenían sus pies en el suelo, tenían encima de la cabeza las estrellas. Pasaban las noches contemplando esos miles de millones de pequeños puntos brillantes en el cielo. Notaron también el cambio en el aspecto de la luna y durante el día, veían el movimiento del sol y el cambio de tiempo. Luego comenzó a contar los días, meses y estaciones del año. Con el fin de comprender estos fenómenos astronómicos, sobre todo en un deseo de controlar el tiempo, es donde nacen los calendarios” (lapetitehistoiredanslagrande.blog.ca/2005/08/25/yennayer_et_les_calendriers~141491).
El bereber de antaño, usaba como base de su conocimiento, dos calendarios: el primero referido al ciclo regular de la vegetación que más tarde, se asoció al otro de los hitos celestiales, siguiendo el ritmo del movimiento de las estrellas. Su funcionamiento nos ha enseñado que hay dos "puertas del Año": uno que inicia el período agrario (anebdu), se fijó para el 13 de agosto del calendario gregoriano (1 de agosto del calendario juliano), cuya marca celestial obligada es el momento de la aparición de Sirius (estrella de la constelación Canis Major ). El otro llamado "tabburt u segwas" (la puerta de todo el año) el primer día "amenzu n yennayer" se celebra anualmente por toda la nación bereber.
Así que el momento más importante del año es el Solsticio de invierno (Yennayer), que se retraza unos días para dar comienzo al nuevo calendario agrícola. “es una oportunidad para hacer balance de un año que termina y la preparación de un otro que comienza. La oportunidad es especialmente propicia para la renovación de las fuerzas espirituales, mediante los ritos y el sacrificio expiatorio del hambre y la miseria, y atraer una gran cantidad de alimentos. Hoy en día, ese objetivo sigue para apoyar la celebración de la fiesta, aunque las formas varían de una región a otra. La práctica de otros ritos, siempre motivados por la búsqueda de la fecundidad, se asocia con la ceremonia de anuncio de la felicidad y la prosperidad” (www.lejourdalgerie.com/Editions/120108/Rubriques/Culture.htm)
En la isla de La Palma los calendarios prehispánicos -lunisolar de Las Lajitas y solar de Cabeceras de Izacagua- tienen estructuras artificiales (amontonamientos de piedras) que imitan la montaña y se relacionan directamente con la cumbre más alta, el sagrado Roque de Los Muchachos, para marcar el tiempo.
Elevar piedras amontonadas hacia el cielo sigue siendo un misterio para nuestros ojos modernos; sin embargo, los awara marcaron sus axis uniendo la montaña con el Sol en el preciso instante de la llegada del Nuevo Año (solsticio de invierno).

Que felicidad tan grande se puede sentir cuando revelamos, después de 500 años oculto, el mayor de los secretos del pueblo awara. Y esto no es nada, lo elemental está ahí fuera, en cada uno de los yacimientos prehistóricos.

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